Sólo palabras

conversación.
(Del lat. conversatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de hablar familiarmente una o varias personas con otra u otras.


La entrega implícita que existe entre los participantes de una conversación es un vínculo único. Escuchar o leer es un acto de entrega, siempre que se asuma que las palabras del interlocutor van cargadas de valor.

Los cambios de ritmo al pronunciar o escribir, el ir y venir de la metainformación contenida en cada idea, el cambio de tonos, el uso de temas, la modificación de registros. Todo provoca un vaíven frenético que afecta desde el interior.

Asumir lo mejor del interlocutor es muy importante, y no sólo atender a lo que dice o escribe, tomar todo aquello que te enganchó y así poder integrarlo al universo propio. La sorpresa viene cuando te das cuenta que obviamente no lo sabes todo, que tu capacidad de aprender está intacta y lista para reactivarse, que no toda conversación es un festival de familiaridades y lugares comunes.

Al entablar una conversación se está a la mitad de un proceso creativo y algo emerge de la entrega mutua. Un complejo monstruo con dos o más céfalos que comparten el mismo cuerpo. Ese cuerpo es la conversación misma.

Las prerrogativas: No perderse en el laberinto de lo que se está aportando, mantener el equilibrio (¿o debería decir la fuerza?) necesario para no perder el control y la sabiduría para no penetrar demasiado en el discurso interlocutor sin permitir que los mecanismo de defensa propios se vulneren. Lo más importante, siempre estar preparado para las sorpresas.

Y aunque se trate sólo de palabras, en una conversación hay ritmo, hay música, hay electricidad. No sé si sea coincidencia o simple sugestión pero escribir esto me recordó a otra situación -sólo que esta con origen mucho más animal- donde también hay intercambio, hay ritmo, hay música y sobre todo, hay electricidad. Un acto de entrega.

Lo acepto, me arrepiento por haber creido durante unos segundos que hay tal cosa como “sólo palabras”.

No se ha escrito nada aún

a Mi

¿Como saberlo?

Mi sangre aún puede hervir. El mundo aún puede explotar. Mis ideas aún corren por la mente lubricadas por las ganas. 

Alguien ya tiene los instrumentos en la mano, el botón de ignición listo para ser presionado. Ahora sólo hace falta lograrlo. Aprender a recorrer este intrincado camino que escasas veces nos hemos atrevido a tomar.

Un pequeño paso:

Mostrar de lo que somos capaces. Contar los secretos, estallar en ideas y no sólo dejar la puerta abierta a lo grato. Mostrar aquello que es hórrido, desnudar lo indeseable, abordar lo maldito. Todo eso que provocará más ganas, lo que enganchará más vidas. La realidad.

Colisionar en espera de que el fuego provocado incendie la basura que nos ha ceñido y finalmente se libere el espacio que necesitamos para respirar. Para que olvidemos ese angustiante déficit de oxigeno que casi nos ahoga.

Un plan:

Escribirnos para empezar a ser.

Ser parte de eso que creimos sólo existía en las páginas de los libros.

Ser la historia que le hace falta a nuestro mundo.

El tamaño no importa

Somos una explosión que está sucediendo, sin figuras retóricas. Es un hecho que el comportamiento biológico de nuestra raza es expansivo. Es un hecho que el comportamiento universal es expansivo desde el origen.

No somos reactivos que tienen que mezclarse para reaccionar, somos la explosión. Somos un mismo sistema que ya está vivo al que sólo le hace falta adquirir autoconciencia en todos los niveles.

Ahora imaginen que permitimos la entrada y salida de un intenso flujo de energía a ese sistema, es decir, lo empujamos a un lugar alejado del equilibrio.

Las leyes físicas nos indican que con ese desequilibro lograríamos que, tanto el número como el tipo de resultados históricos incrementara de forma considerable.


...


Por otra parte, es un hecho que cuando un sistema pasa de un estado a otro (los clásicos le dicen bifurcación, aunque todos conocemos otra palabra que rima y se adapta), suceden movimientos y fluctuaciones menores que afectan de manera innegable y crucial el resultado final.

Entendamos esto como un "el tamaño no importa" adaptado a la subversión y lo establecido.

Al final lo que necesitamos es modificar la realidad.

Antes, entonces, debemos estar seguros de entender que la realidad es un flujo imparable de energía y materia con transiciones demasiado críticas. Entender que cuando esta realidad acumula una nueva capa se abren las posibilidades y se le borra lo lineal a la creación de nuevas estructuras y nuevos procesos.

Y todo, absolutamente todo, es una manifestación de esa realidad; las piedra, las palabras, las miradas, las ideas, los besos, las protestas. Todo es una representación de las diferentes e ininteligibles vías por las que el flujo de materia y energía se expresa.


¿Qué nos queda?

Entender que aquello que nos pasa y nos afecta, pasa y afecta en todas direcciones.

Entendernos.

Y después levantarnos.


Levantarnos como mejor se nos ocurra y siempre evitando que esta puta enfermedad llamada ignorancia nos corroa la vida. Estoy seguro que tú y yo -reactivos- estamos hartos de sentir que no tenemos control -no reaccionamos-, estoy seguro de que estamos hartos de recordar y repetir sistemáticamente los momentos que nos hicieron perderlo.


...


Cortázar me enseñó que Borges repetía constantemente una especie de mantra que iba más o menos así “todos los hombres, el hombre”.

Hoy quiero creer que el momento de consumar nuestra explosión depende directamente la disposición que mostremos para ser ese movimiento o esa fluctuación menor que afectará de manera innegable y crucial el resultado final de la realidad colectiva.

Reproducción literal de un cuaderno

Reproducción literal de un cuaderno, cuya reproducción literal provino de un documento digital en blanco.

Largas temporadas en cama, fingiendo enfermedades que permitan que el mundo se detenga.

(La mano flaquea, los músculos de la mano derecha, al costado, y el cuello se tensan. Reclaman el derecho a no sentir nada cuando escriben).

[The numbness of muscles when writing in a computer]

[Falta texto]

Aunque siempre podremos cerrar los ojos y escuchar música escrita para otros momentos, sacarla de contexto, reinterpretarla, convertirla en nuestra y encontrar en ella el impulso que las huellas digitales necesitan para atreverse a besar el teclado.

[Falta texto]

Nos hacemos uno con lo que vemos, con lo que leemos, con lo que escuchamos y con lo que sentimos. La vida entiende que no podemos estar tan solos. La soledad entiende que nada ha encontrado la llave de la inmortalidad.

Entonces devoramos los conceptos, nos apropiamos de las viejas ideas y las homenajeamos a la primer provocación. Los ingleses tienen una palabra para eso: Belonging

Inhalar y exhalar con un libro en el abdomen (como) un segundero y el latido mayor.

Las hojas se mueven (en grupo) y el libro tiene un poco de nuestro pulso.

[Falta texto]

Sería bueno despertar del letargo emocional, hallar lo que no hemos encontrado y abrir los ojos frente a aquello que no estabamos esperando. 

Levantar la palabra es levantar el arma más poderosa que tenemos.

Acelerar el ritmo cardiaco es recordarle a  todos los sistemas que aún estamos funcionando, que no estamos completamente enfermos. Escuchemos las palabras, hagamos caso al ruido en nuestras cabezas. Tic-tac-tic-tac. 

[Sobra texto]


Quiero escuchar que la palabra produce ruido al asentarse.

Mis palabras producen ruido al asentarse.

No son palabras sigilosas, sonidos genéricos de teclas que no están hechas para cavar la forma de una letra a profundidad y cuya destrucción es oficio casi exclusivo del fuego.

(Síntomas: dolor de espalda, de cuello, tensión en ambos brazos).



        Usted ha escrito, de verdad, un texto.
NOTAS: 

El texto en serif pertenece al imaginario expresivo de Ilul Onarres.

El texto en sans-serif pertenece a la inquietud del que publica.



(para el Movimiento Real-egocentrista, Agosto, 2011

La enfermedad

"Writing is precisely the very possibility of change, the space that can serve as a springboard for subversive thought, the precursory movement of a transformation of social and cultural structures."

Helene Cixous

Sólo la presencia de la idea en nuestra mente -acabar con la enfermedad- debería provocar el estremecimiento integral de nuestro más grande radar, desde la epidermis hasta la hipodermis.

Resistir a los peligros de caminar sobre estructuras oxidadas, buscar el remedio definitivo para despegar los párpados (propios y extraños).

Todo comienza con conversaciones de sistemas pluricelulares embriagados por hierbas y licor; luego esos sistemas pluricelulares encuentran caminos abstractos en objetos formados por hojas y letras -objetos que estos organismos, antes de ser lo que son hoy, hubiesen encontrado ciertamente confusos-

Es así como entienden lo que primero sólo fue un tic-tac en sus cabezas, luego cosquillas en todo el radar y ahora es una proto-ideología que nos invita a erradicar los males.

No invitar a nadie es la forma silenciosa de reclamar la presencia de todo el mundo, no explicarle a nadie es abogar a ciegas por la inteligencia del prójimo - a final de cuentas esto se trata de creer, de una vez por todas-

Y el juego armable, ese que tantas veces se ha cimbrado y algunas ya hasta se ha caído, sigue oxidándose con épocas de lluvias que parecen eternas. ¿Por qué seguir creyendo en un mundo donde el único cambio es el del nombre de la enfermedad?

Por eso es mejor borrarlo todo. Como lo hicimos cuando nos rompieron por primera vez [realmente] el corazón y guardamos todo en una caja para devolverlo con despecho. El antibiótico, el anti-retroviral.

Así hay que hacerlo. Hay que hacerlo.

Porque si un día el metal oxidado nos corta, no va a haber vuelta de hoja, El daño definitivo estará hecho, estaremos enfermos, igual que ellos, igual que todos.

Que no haya enfermedad que nos cierre los ojos, que deje de haber males que nos tapan la boca, que dejen de haber heridas que nos impidan avanzar al ritmo que nuestro libre albedrío nos pide.

Seamos ya sanos, ahora que podemos serlo.



(para el Movimiento Real-egocentrista, Agosto, 2011)