Primero pregúntate que te tiene ahí, seguro no es sólo su culpa. Luego, visitas los lugares más obvios para la soledad, refúgiate en la obscuridad del cine, siéntate a leer un libro en el parque más cercano, toma una taza de café y abre el periódico del día. Deja que tus manos huelan a libro viejo de biblioteca.
Y empiezan los retos a tu paciencia (con más razón si vives en la ciudad). Camina cuanto puedas, usa tus audífonos favoritos y escucha 3 discos completos, aprende de memoria los cambios de ritmo, toca la batería en el aire, olvídate de los demás. Toma la ruta de autobús más larga que conozcas y apaga tu celular, aléjate de tu zona de confort, aléjate del terreno conocido.
El domingo ve a cenar a tu restaurante favorito, toma una mesa sólo para ti, come con tranquilidad. No hay prisa. Ve al mercado y compra sólo lo indispensable.
Evita a las personas.
Ve a una central de autobuses el primer fin de semana después de tu quincena. Considera conocer lugares nuevos donde nadie te reconozca, no le avises a nadie que vas a ir. Lleva contigo un lápiz, una cámara y un presupuesto bien cuidado. Respira mucho, busca piedras interesantes en el suelo. Si elegiste el bosque puedes juntar las hojas que más te gusten, verás como puedes tener una hermosa colección de separadores de libros.
Deja de entrar a su perfil, deja de vivir su vida en tu mundo. No vayas a fiestas cuando no quieres ir, no vayas a reuniones donde no estés invitado. No le perteneces a nadie, aléjate de los compromisos. Evita ir a los lugares que visitaron juntos. Ve a la lavandería más cercana, usa tu propio detergente, mete una a una las prendas a la secadora, tómate tu tiempo; dobla la ropa con cuidado y camina de regreso a casa.
No tengas miedo de que te señalen, sé realmente egocéntrico. No busques la aprobación de los demás, usa la ropa que quieras, repite el mismo pantalón un mes completo, porta la playera más vieja de tu armario, olvídate del desodorante un par de días. Ve a un concierto y piérdete entre la gente. Sube las escaleras del edificio más grande al que puedas ir, de regreso toma el elevador y disfruta de su silencio incómodo. No lo rompas.
Prepara platillos inverosímiles en tu cocina, come con las manos y toma menos refresco. Prepara tu comida como si fuera para alguien más, pon una película y pinta tus muebles. Estar solo no significa que tu vida sea gris y poco armónica. Piensa en el mundo como una fruta con zonas en estado de podredumbre, corta esas partes con el cuchillo más filoso, ten cuidado al cortar, no quieres más heridas.
Convierte cada experiencia en única, piensa todo lo que quieras pensar, escribe todo lo que necesites escribir, no mates a nada ni a nadie (eso sólo te hará pensar en los demás). Evita ver las fotos e intenta no cruzar tu camino con tus peores miedos. Estar solo no es estar -completamente- triste. Acuérdate que siempre fuiste sólo una cabeza y sólo un cuerpo, que todas tus metáforas viven junto con los sueños colgados y los corazones descompuestos.
Disfruta de esa única cabeza, disfruta de ese único cuerpo. Toma un baño largo y tibio durante la madrugada. Haz planes, tus planes. Piensa en como vas a arreglar tu cuarto, imagina donde y como quieres vivir. Aprovecha tu libertad, cúrate, piensa como nadie más. No te olvides que el silencio es importante. Conviértete en testigo de tu vida.
Luego pregúntate que te tiene ahí. Seguro, estoy completamente seguro de que no es sólo su culpa.
2 thoughts on “Manual para sólo estar solo”
Este texto casi me hace llorar. Se me llenaron los ojos de lágrimas al ver mi erróneo concepto de soledad justo ahora.
Aplausos!
Realmente este texto es muy profundo. Sigue así, eres mi ídolo!
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