Negación

Hay dias en los que nada sale realmente mal, uno se escapa temprano del trabajo, duerme una reconfortante siesta en el autobus de regreso a casa, el subterraneo parece se encuentra benevola y extrañamente semi-vacio y la gente, casi toda, parece haber tomado un buen baño en la mañana.

Nada esta fuera de lo normal, todo pinta bien y parece que no ocurrira nada extraordinario, llegaste a casa y encendiste un par de cigarros antes de darte cuenta que no era gula, que en realidad tenias hambre, hablas con tu papá (por fin), de futbol y de tu trabajo. Te comprometes a comprar boletos para el estadio.


Te dan ganas de no estar en donde estás.

Entras a tu cuarto (whiskey en mano) y todo esta en un extraño orden -ayer lo arreglaste-, hasta tu mascota (supongamos un hamster) está tranquilo y con ganas de dormir -al parecer- toda la noche.

Enciendes otro cigarro que maquille las ansias que tienes desde el momento en que abriste los ojos, la necesidad que tienes de responder a las preguntas que una cabeza en tu situación nunca debería hacerse.

Hojeas el periódico aunque no pones atención a las noticias, solo ojeas y sientes que nada va a pasar, sabes que algo esta pasando y no quieres saber que es. Sigues leyendo.

Supongo que así se siente la negación, una que  cuando es implacable y magnífica puede producir 2 puñaladas autoinflingidas en el pecho como las que terminaron con la vida de Elliott Smith.  
Escuchar este disco que escucho es como dar la vuelta y recordar que el regreso a casa puede ser en cualquier momento, que la tristeza puede ser la mejor compañera de los que no son felices.
Terminas de escribir, sabes que esto es el inicio de una etapa donde tu mente empezará a jugar contigo. Prendes otro cigarro mentolado y vas quitándote el disfráz corportativo que te acompaño durante el día.

Duermes.