Esperar

Yo esperaba que un meteorito se aproximaría a la órbita terrestre, que la fuerza de gravedad a la que todos los cuerpos estamos sujetos hiciera lo suyo y lo fuera aproximando poco a poco a nuestro planeta.

Esperaba luego que ese meteorito haría contacto con la exosfera y que la roca espacial -incandescente debido su paso por la ionosfera- seguiría con su forzado camino hasta llegar a la estratosfera y que ahí todavía a unos 50,000 metros de su potencial contacto con la superficie comenzaría a degradarse por efecto de la implacable fricción atmosférica.

Consideraba probable (dado que mi entendimiento de las leyes que rigen la probabilidad es elemental, por no decir somero) que ese meteorito violaría la intimidad de nuestra capa de ozono, reduciendo su tamaño y su velocidad -pues a pesar de que a veces lo parece, la tierra no esta vacía- por culpa de la siempre renegada densidad atmosférica.

Imaginaba entonces a la roca volando como escupitajo de futbolista, quemando parte de ese 20,946% de oxigeno que nos mantiene vivos dirigiéndose a un punto en el mapa que mi mente le ha creado al sistema complejo que llamamos vida.

Esperaba entonces el momento del contacto. Increíblemente la roca iría dirigida directa, casi matemáticamente, al centro de mi frente. Y en un momento que duraba mucho menos de lo que dura el último minuto de los partidos esta incandescente piedrita haría contacto conmigo.

Entonces como si esto se tratara de un círculo vicioso -en una considerable escala de tiempo/distancias- primero la pequeña roca traspasabría mi epidermis y me haría sentir cada rastro de si misma que dejaba hasta llegar a la capa hipodérmica.

Sería luego el cráneo (¡ah! Jorge y su cabeza dura) quien sentiría una presión externa que resquebrajaba poco a poco su composición para luego provocar en el la cuarteadura perfecta. Hermosa simetría que solo hechos tan aleatorios eran capaces de lograr.

Sentiría entonces al pequeño meteorito alojarse en mi palpitante y expuesta corteza cerebral. Ahí era donde el botón era apretado. Un meteorito esperado me mataba de forma inesperada.

Yo esperaba eso, esperaba cualquier cosa, nunca esto que me está pasando.