A veces


(para el Movimiento Real-egocentrista la noche del 26 de septiembre del 2010)
...tu cabello empieza a crecer y nunca hay palabras para describir un proceso tan lento, no hay nada para sostener un cambio tan notorio.

Pero tú lo sabes, puedes sentir que todo está cambiando, sabes ahora que -casi- todos los dolores son simples visitantes de espíritu nómada, entiendes ya que una sonrisa no quita las nubes del cielo. Entiendes por fin que pausando el In Rainbows no deja de llover.

Ya que todo sigue como debe. Los niños en el parque, el señor de los esquites, el autobús lleno en la mañana, el semáforo de la esquina, las llegadas al amanecer, el piano del vecino, la mirada cansada, las conversaciones intrascendentales y el hambre provocada.

Ahora estás (pre)dispuesto a todo. Primero pierdes el control, después no entiendes que te está pasando -el dolor en el ojo izquierdo- y más tarde te avergüenzas de ti mismo. Caes dormido.

Y despiertas con ganas de cambiarlo todo. Porque...

No terminaste nunca de pintar un cuarto que aún no es tuyo. Ya no volteas a ver a los ojos en las pláticas. Escuchas la música de siempre. Te refugias en la grandeza de los amigos. Notas que tus manos y tu ropa siempre apestan a cigarros que nunca son tuyos.

Y aceptas, aceptas que la felicidad no tiene forma de antidepresivo. Aceptas que la tranquilidad no sabe a tabaco. Aceptas que te mueres por hablar sólo con la mirada... por fin aceptas que tus dedos y tu boca han perdido las palabras.

Te quitas los lentes, aceptas... das una última fumada;


luego disparas.

27.09.2010 1:30am