Histora de bus nocturno

Terminan dos días de fiesta, terminan antes de lo esperado para mi, digamos que me sentí mal a las 2 a.m. y decidí salir sin avisar. Camino rumbo al Metro Chapultepec, la inercia dirige mis pasos hacia los míticos autobuses Chapultepec - Cuautitlán. El primer autobus en la fila sale hasta dentro de 2 horas.



"¡Súbale jóven! No vaya a agarrar una gripa por andar tan encuerado, mejor échese una jetita en la unidat (sic)"

Olvidé mi sueter en el cuarto de una casa que mañana no recordaré. Ni modo. Sub, camino y me quedo sentado en la tercer fila de asientos.

La peculiar voz del chofer del autobús nocturno arrancó a mis pensamientos de la concentración y ensimismamiento producidos las sustancias que los invadían.

Se dirigió directamente a un joven que lo acompañaba en el trajín nocturno al que estaba sometido, y dijo:

"Siento que ayer venía mas pedo carnal"

Eso obviamente fue un alivio para nosotros, tripulantes del viejo bólido, pues de esa forma confirmábamos que el riesgo de muerte era mucho menor al que habían corrido esas inocentes personas.

Personas que, a juzgar por la presencia del conductor esa siguiente noche, supongo que llegaron con bien a casa

Poco después la mujer checadora de tiempo, fascinante subempleo del México moderno- remató preguntándole al cacharpo (gritón, pareja y fiel escudero de cualquier gran microbusero) si no necesitaba un poco de relajación. Todo mediante el uso de una frase del dominio publico:


"¿Qué, hoy no te vas a dar 'las tres' wey?"

El doble sentido y la charada de barrio se apoderaron del uso de la lengua. Un tercero -este sin un puesto dentro de la estructura socioeconómica del sistema de transporte metropolitano-, que al parecer mantenía una estrecha relación con los otros dos caballeros y la antes mencionada dama:

"Nel, hoy quedamos de ir a armar una 'rocanrol'"

El plan al parecer era pasar a comprar un poco de cocaina base para disfrutar el resto de la noche de trabajo. Esta declaración no provocó ni un ápice de sorpresa en las caras del resto de los involucrados. Sucedió lo impensable, el plan murió en las imaginarias manos del imaginario monstruo llamado aceptación de la realidad cuando el chofer -para ese momento ya estaba claro que era él el lider moral del grupo- mediante una declaración de esas que rompen planes como quien rompe una galleta salada, rompió el silencio:


"Tsss, no la banda, hoy sí safo... hay que descansarle un rato" -declaración que aderezó con una vehemente mirada dirigida a su cacharpo-

Negar crack, es cosa de hombres. Negar crack para ayudar al proceso de recuperación de tu compañero de batallas citadinas es cosa de caballeros.

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Y ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero es así como la intromisión en una charla ajena, la actitud pasiva de mi cerebro y las conclusiones derivadas de la interacción de tres personajes urbanos pueden poner todo en perspectiva.

Habrá que aprender a decir no.

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